Ajuca

En efecto, el fragmento óseo fosilizado que veis en la foto (de gran tamaño aunque no pueda apreciarse), fue el primer hueso de dinosaurio que se encontró, lo cual ocurrió en el año 1676.
El hallazgo fue tan prematuro, que aquel año, cuando el profesor de química británico Robert Plot lo describió en su libro "Historia Natural de Oxfordshire", ni siquiera existía la palabra dinosaurio.
Y aquí viene lo bueno. En 1763 el naturalista británico Richard Brookes volvió a describir el hueso, que por cierto se ha perdido, y del que solo se conserva la ilustración que os muestro en este post.
Como era obvio que resultaba imposible identificar a la especie a la que pertenecía, el buen científico decidió ponerle un nombre en función al aspecto físico del hueso. ¿Y qué mejor que Scrotum humanum?
Ciertamente el parecido es innegable.
Hubo que esperar a 1824 para que el reverendo Buckland bautizara a aquella especie extinta como Megalosaurus (lagarto grande). Y dieciséis años más para que la palabra dinosaurio llegara a nuestras enciclopedias.
No sé a vosotros, pero a mí, el ridículo nombre que le puso Brookes, me ha recordado a la mítica escena de Pijus Magníficus en "La Vida de Brian" de los Monty Python.

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