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¿Cómo afecta la deshidratación sobre nuestra capacidad intelectual?

Un reciente estudio, realizado por la Dra. Ana Adán, de la Universidad de Barcelona, y que ha sido publicado por la revista Journal of the American College of Nutrition, ha demostrado que una inadecuada reposición de líquido puede originar problemas a la hora de concentrar nuestra atención y de adquirir nuevos recuerdos.

Así, pérdidas mínimas del líquido corporal, del orden de un 1-2% del mismo, pueden hacer que no podamos seguir una clase, si nuestra actividad principal es la académica; o puede dificultarnos las tareas laborales o domésticas.

¿Tan importante es el efecto de la deshidratación?

Así parece desprenderse del estudio realizado por la Dra. Adán: una pérdida de un 2% de líquido corporal puede inducir un descenso del orden de un 20% de nuestra capacidad para realizar cualquier actividad; bien física, bien intelectual.

¿Cómo prevenir esta situación?

Evidentemente, bebiendo líquidos. De manera mantenida, más que intensiva y puntual. Algunos expertos recomiendan beber más de dos litros al día; esto varía de forma importante en función de la actividad diaria a realizar. Así, cualquier actividad física mantenida durante varias horas ha de hacernos consumir incluso una mayor cantidad de líquido. Pero lo que sí parece claro es que, incluso ante una actividad sedentaria, menos de litro y medio de líquido diario puede hacernos caer en carencia y, consiguientemente, permitir la aparición de síntomas relacionados con deshidratación.

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El mejor líquido para hidratarnos es...

La respuesta parece clara: el agua. Sin embargo, preparados isotónicos, que aceleran nuestra reposición de iones y bicarbonato, u otras bebidas ricas en vitaminas y con efectos beneficiosos para la salud pueden ser una buena alternativa.